22/09/2009 - EL PRESIDENTE TIENE QUE GANARSE LA CONFIANZA
Después de algún tiempo sin intentar analizar siquiera las múltiples paradojas de la política española en gestación improvisada y extravagante, para preservar un suficiente caudal de sentido común que permita analizar las líneas básicas del futuro, como son los Presupuestos, la política tributaria o el nuevo modelo económico, la reunión del Comité Federal del PSOE y la subversión de alianzas mediáticas del Gobierno hacen obligado un comentario que tendrá sucesivas ediciones, porque están en juego no solo importantes recursos económicos sino trascendentales influencias de grupos de presión sobre el gobierno de Rodríguez Zapatero, que parece haber sacudido la tutela que venía ejerciendo sobre el partido socialista el grupo PRISA desde su fundación, con guante de seda en los tiempos de Jesús de Polanco y de modo más tosco desde su desaparición.
Se apunta como razón del distanciamiento la aprobación del D.Ley de la TDT, y es posible que haya sido el desencadenante final de una ruptura que se anunciaba desde hace ya bastantes meses. Rodríguez Zapatero ha cometido numerosos errores en sus funciones como presidente del gobierno, y también aciertos considerables. Ha encajado con serenidad el continuo acoso de una oposición correosa con sólidos apoyos en la derecha sociológica y económica de España. Ha capeado el temporal que provocó con sus prórrogas a las conversaciones con ETA. Después de maniobrar con los datos sobre la crisis económica que se nos venía encima, propició una serie de remedios de los que algunos han sido eficaces, pero otros se han revelado inútiles.
De todo este período de gobierno en el que el primer cuatrienio se benefició de un crecimiento económico sostenido, aunque las bases asentadas en la especulación inmobiliaria fueran tan débiles que han arrastrado a la economía española a una situación muy delicada y han expulsado del mercado del trabajo a cientos de miles de trabajadores, se ha generado sobre la figura del Presidente una actitud de cierta comprensión, pero también de desconfianza: los más contrarios, porque consideran que han sido engañados una y otra vez; los más benévolos, porque creen que se ha equivocado demasiadas veces y ha pretendido sustituir las medidas políticas de resultados con nombramientos de impacto y proyectos que, por su fuerte carga ideológica, dificultan los acuerdos con otras fuerzas políticas.
No puede negarse que esta desconfianza había comenzado a calar en algunos círculos del propio partido socialista al entender que excelentes valores de la gestión política han sido preteridos o arrumbados, y que se ha primado la lealtad inquebrantable sobre la valía y la autoridad política. De esta situación y de la más que probable contienda mediática de la que ya se aprecian los primeros fuegos, aunque por otra parte haya supuesto una tregua en otro frente, se ha derivado el cierre de filas del Comité Federal del pasado sábado, en el que se respaldó la política de geometría variable que viene practicando Rodríguez Zapatero para salvar el día a día.
Es posible que su discurso tajante y bien construido, por lo que sabemos, hiciera renacer la confianza entre los asistentes y en los demás miembros del partido. Pero para ganarse a los electores tiene que dar pruebas de de más estabilidad y firmeza, de más hondura y proyección y de más acierto al elegir y prescindir de sus colaboradores. Si lo hiciera así, recuperaría la confianza que ha perdido en buena parte.