25/03/2009 - DESPUES DE KOSOVO
DESPUES DE KOSOVO
La decisión es irrevocable. La retirada de las tropas españolas de Kosovo se producirá antes del fin del verano. Lo ha dicho la Ministra de Defensa y lo acordó de forma unánime el Consejo de Ministros con su Presidente al frente, según se cuenta con escasa credibilidad, aunque una repetida descoordinación en la comunicación impidiera que Moratinos y nuestros embajadores en EE.UU. y la OTAN se enterasen bien del asunto. Lo demás, ya se sabe. Las reacciones en el mundo occidental han oscilado entre la indignación y la sorpresa, llegando en algún caso a tildar el acuerdo de "juego sucio".No es desde luego juego sucio, pero sí torpe.
La situación en Kosovo, heredera de la torpe política europea para desintegrar a la gran Serbia y eliminar a sus líderes pannacionalistas, venía siendo de de máxima tensión entre los serbios, albanokosovares y macedonios, y así lo reconocían los propios militares españoles hace bien pocos días. Con amenazas y coacciones los agentes sucesores del Ejército de Liberación Kosovar que con su pasada agresión a las minorías ocasionaron la sangrienta reacción serbia y la intervención internacional, han conseguido ahuyentar a las minorías o recluirlas en auténticos ghetos que serán eliminados en cuanto desaparezcan las fuerzas de interposición.
En tales condiciones, y puesto que España no ha reconocido ni reconocerá la independencia de Kosovo, conseguida por la fuerza e ignorando principios básicos de derecho internacional y la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, el contingente militar destacado en aquél territorio carecía de sentido y quedaba sin ningún apoyo argumental, salvo el de haber iniciado la colaboración con otras fuerzas por un acuerdo de la OTAN (no de la ONU), por lo que era inevitable y apremiante la retirada de los militares, eso sí, negociada y coordinada con nuestros aliados.
Sin embargo, las reacciones contrarias al acuerdo han sido tan excesivas que hacen sospechar que hay otras causas ocultas. No hace falta referirse a la reacción del partido popular a la que la ministra Chacón con "su equívoco" ha puesto en bandeja munición de gran calibre que le servirá para aliviar la presión por las investigaciones del caso Gürtel. Es un episodio más de la táctica de desgaste que incluye cualquier asunto ajeno a la lucha antiterrorista.
Menos comprensible resulta la repercusión que ha tenido en el seno de la OTAN y en algunos aliados europeos, salvo que consideren que hasta tanto se consolide mediante tratado la completa instalación de la base americana de Camp Bondsteel, hay que seguir prestando toda ayuda y evitar recelos en los mandatarios kosovares que, en fin de cuentas, cuando fundaron en 1993 el Ejército de Liberación de Kosovo y también posteriormente fueron apoyados por la CIA y por el BND alemán, porque no se quería una Serbia poderosa.
Acaso ha molestado que España haya trazado su propio plan de contribución a la paz sin plegarse a los requerimientos de las grandes potencias en algunos casos, algo considerado normal entre aquellas, como se comprueba a diario con los despliegues de fuerzas navales, el traslado de efectivos militares o la calificación de puntos sensibles estratégicos, como es el caso del estrecho de Gibraltar sobre el que EE.UU. Gran Bretaña, Francia y Marruecos han decidido ejercer su control dejando de lado a España.
El problema de Kosovo sigue siendo gravísimo, pese a dar por concluida la primera fase de intervención. Los problemas étnicos y religiosos se unen a la situación económicas y al florecimiento de las mafias de drogas y anejos. Como decíamos en otro artículo en Diciembre de 2007 "el futuro puede ser peor: en un país que nunca fue independiente y que subsiste gracias a la inmensa ayuda de la Unión Europea se va a consolidar una situación que exige un verdadero protectorado económico y militar a largo plazo para evitar estallidos de violencia". Y esto es lo que no podía hacer nuestro país, ni esperar a que la OTAN recondujese la operación militar en un futuro indefinido.
Después de lo ocurrido con Kósovo habrá que afinar las formas diplomáticas y de relaciones y aumentar la prudencia, pero no se puede estar sujeto en todo caso a una organización que infringe la legalidad internacional al dar cobertura y apoyo a un gobierno ilegal que España no ha reconocido.