León Buil

06/03/2008 - TERMINA UNA CAMPAÑA CUATRIENAL

Faltan pocas horas para que termine campaña electoral oficial o legal, porque al igual que ya ocurrió en las pasadas legislativas y municipales, el uso de medios de comunicación privados permitirá que se siga haciendo campaña hasta que se cierren los colegios electorales el próximo domingo. Estamos en tiempos de infringimiento, solo limitado por las normas coactivas de muy variado pelaje, y la sociedad o una buena parte de ella parece perseguir el modo de no cumplir las leyes ni los usos ni las tradiciones. Todo esta puesto en cuestión, desde el arte hasta el origen del mundo y de la vida; y todos se esfuerzan por abrir nuevas rutas intransitadas hasta ahora, despreciando los caminos transitados. Y ¿por qué se hacen aquí estas reflexiones? Pues por algo tan humano como tener la impresión de haber comentado ya muchas veces todos los tópicos, promesas, debates e insultos, o incluso calumnias, que han jalonado los cuatro años de legislatura.
Porque estos cuatro años se iniciaron tras la derrota del partido popular rompiendo con un uso político muy arraigado, el que concede al que accede al poder un plazo de gracia para que empiece a ejercer su labor de gobierno. Pero en aquella ocasión, no fue así. No hubo plazo de gracia ni de una semana, porque inmediatamente los perdedores iniciaron una ofensiva en toda regla contra el nuevo gobierno y sus primeras decisiones, cobrando una alta intensidad transcurrido el verano de aquél mismo año.
Hay que reconocer que si bien Rodríguez Zapatero imprimió a su discurso político formas sosegadas, algunas de sus iniciativas fueron rompedoras y atacaban puntos muy sensibles de la ideología del partido popular y de las convicciones de algunos grupos de interés de la misma orientación. Los ejemplos podrían comenzar por la paralización de la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza (LOCE) y la tramitación de una nueva norma con notables diferencias, y terminar con la conocida como Ley de la Memoria Histórica que, por cierto, no figuraba en el programa electoral del P.S.O.E. Pero, igualmente, es justo reconocer que el Partido Popular llevó a su actividad de oposición no solo estas cuestiones más o menos hirientes, sino todo tipo de iniciativas gubernamentales, hasta el punto de tener que hacer largos recorridos por los Diarios de Sesiones de ambas Cámaras para encontrar algunos asuntos en los que apoyó al gobierno. Y como notas predominantes y permanentes, la utilización de la política antiterrorista y la llamada teoría de la conspiración contra el gobierno. Tan solo la marcha de la economía quedó un tanto al margen de la crítica hasta el último debate sobre el Estado de la Nación el 3 de Julio del año pasado, en el que Mariano Rajoy acudió no solo a descalificaciones sino a también a insultos, en el estricto sentido de la palabra.
Y hemos llegado a la campaña electoral, y todo ha sido más de lo mismo. Sin ambages se ha hablado por una parte de éxitos abrumadores sin ninguna tacha, y por la otra de pagar terroristas y utilizar a los muertos, de la inmigración descontrolada que arrebatan los puestos de trabajo y los servicios a los españoles, del paro pero nada del aumento del empleo, de recesión pero no del superavit. Y así concluye una campaña electoral nada ejemplar que ha durado cuatro años.