León Buil

29/05/2007 - RESULTADOS ELECTORALES: SOBRAN EXPLICACIONES

Con los resultados electorales definitivos y atendiendo a los primeros análisis de los políticos y comentaristas sobre aquellos, aparecen como presentes en una gran mayoría de las consideraciones algunos elementos que configuran tres conclusiones incontestables: Que el partido popular ha ganado las elecciones por número de votos, que el PSOE ha aumentado su poder en las instituciones autonómicas, comarcales y municipales y que, con intensidad variable según los territorios, los electores están hasta el moño del clima de tensión propiciado por unos y otros, con ventaja de los populares, llevando a la contienda electoral asuntos como las negociaciones con los terroristas etarras, negadas una y mil veces por el gobierno, o la corrupción urbanística de la que no parece librarse ningún grupo. Por otra parte, ha quedado en evidencia que a muchos electores les trae sin cuidado que se destruya la costa o que se urbanice en parques naturales, porque los valores éticos y naturales han perdido todo su sentido, o eso parece.
Pero si las conclusiones son bastante pacíficas, no ocurre igual con las deducciones y primeras providencias que están tomando las distintas fuerzas políticas que, obligadas a presentar una apariencia de éxito, tratan de enmascarar los aspectos negativos de sus resultados y relegar para el futuro cualquier decisión de fondo.
Hay una primera cuestión que cuesta afrontar cuando se analizan los resultados de las elecciones municipales, y es la idoneidad de los candidatos. Hay innumerables ejemplos que muestran que el peso, positivo o negativo, de determinadas personas incluidas en las listas han ejercido una notable influencia en los resultados aunque las siglas del partido o coalición sean muy importantes. La desviación de resultados entre las listas municipales y autonómicas del mismo partido, revela la importancia de designar buenos candidatos y la necesidad de relevar a quienes no son adecuados. Sin embargo, pocas veces los perdedores facilitan su relevo, y las cúpulas de los partidos se resisten a prescindir de ellos para no perturbar la paz interna de los aparatos. Por esto llama la atención que Simancas haya mostrado su disposición a ser reemplazado como aspirante a la Comunidad de Madrid. Esta actitud le honra.
Otro aspecto quizá más importante es la modulación del discurso electoral según lo demandado implícitamente por los electores, lo que no siempre es fácil de interpretar sobre todo cuando el mapa electoral es complejo, como ocurre en el país vasco. No es extraño que el discurso de Josu Jon Imaz, moderado, racional y pragmático, sea cuestionado por su rival Joseba Egibar, instalado en un radicalismo nacionalista que le llevó en los territorios de su influencia, no solo a propiciar candidaturas con discutible apoyo popular sino también a plantear un discurso electoral poco creíble tanto en el meollo guipuzcoano del nacionalismo separatista como en área españolista de Alava.
En el partido popular, satisfechos por haber logrado sus mejores resultados, corren el peligro de no apreciar lo que se debe a la orientación de su campaña electoral y lo que corresponde a una buena gestión de sus candidatos. No es casual que los mayores crecimientos en el número de votos se hayan producido en Madrid y en el Levante, coincidentes en ambos casos con un aceptable gobierno de los intereses generales, aunque resulte ensombrecido por algunos asuntos oscuros o poco claros. Esta realidad constatable debería hacer reconsiderar a los dirigentes del partido popular la conveniencia de prolongar su campaña de descrédito general del gobierno y de otras instituciones del Estado. Es difícil que Rajoy pueda liberarse del núcleo dura de su partido manejado -como se ha podido comprobar- por Aznar, pero debería intentarlo si de verdad pretende liderar un partido político que responda a las características que tienen las organizaciones conservadoras semejantes.
Pero también en el partido socialista pueden caer en la tentación de quedarse con los buenos resultados en el ámbito del poder territorial, que hubieran podido ser mejores en todo caso. Una campaña electoral que ha demostrado que buenos candidatos como los de Canarias, Aragón, Castilla la Mancha o Extremadura, alcanzan buenos resultados si sus planteamientos programáticos son razonables y razonados, y cuando la exposición de la labor de gobierno se sabe acompañar de autocrítica, algo que ha escaseado en las intervenciones de Rodríguez Zapatero.
Hay que partir de la base de que los destinatarios de las campañas son, sustancialmente, los indecisos. A estos no se les convence ni con triunfalismos ni con derrotismos, sino con exposiciones claras y fundadas, con datos y no con conjeturas, con promesas factibles y no con utopías imposibles. Nunca es tarde para aprender, aunque el aprendizaje suponga bajar a los niveles de la humildad, tan escasa en el mundo político. Pero hay que aprender y saber rectificar.

León Buil Giral