León Buil

24/05/2007 - LA SONRISA DE AZNAR


Le vimos hace algunos días levantando su copa hacia los dioses en un brindis en el que ridiculizaba la vida y la muerte en la carretera y se pasaba la prudencia en la conducción de automóviles por el lugar acostumbrado cuando no le interesaba un asunto o una persona. Fuimos muchos los que nos quedamos perplejos ante aquel personaje que también brindaba en las Azores -aunque sin vino- y que sonriente decidía en aquella ocasión colaborar a una guerra injusta al servicio de las multinacionales del petróleo y del comercio de armas.
Ahora en Calatayud, ante un público penetrado de los fervores aznaristas y después de haber repartido sonrisas a diestro y siniestro, el ex -presidente del gobierno, el que negoció con ETA y arremetió contra todos los demás partidos políticos desde su mayoría absoluta parlamentaria, el que dividió el país con sus faraónicos proyectos hidráulicos para alimentar la especulación urbanística en las costas, el que lanzó las sospechas de la conspiración del 11-M con sus montañas cercanas: Este mismo Aznar que no dudó en violentar el normal funcionamiento de algunas instituciones para alcanzar el poder político, que una vez alcanzado privatizó las empresas más granadas del sector público para situar a su frente a sus amigos y allegados protegidos por sólidas cláusulas de blindaje (al margen de que en su actuación hayan sido en líneas generales eficaces). Pues bien: este mismo señor, después de dejar su herencia de rencor y agresividad a sus sucesores, reaparece para dividir más a los españoles, para exacerbar los enfrentamientos y resucitar al fantasma de la guerra civil. Parece claro que el ahora presidente de FAES no ve a quienes van a las manifestaciones convocadas por la AVT y organizaciones semejantes, ni escucha sus consignas ni sus comentarios ni sus propósitos.
Es cierto que en momento electorales se desbordan las palabras y la pasiones. No menos cierto que en el partido popular todavía no han cicatrizado los desgarros producidos por la pérdida del poder hace tres años, y que animados por los consultores y estrategas de Génova, están reproduciendo la misma campaña que hace diez años les llevó al poder: negar toda credibilidad a personas o incluso hechos -sí, incluso hechos- para desgastar al gobierno; y afirmar, por el contrario, cualquier acto o fenómeno que le perjudique aunque se haya comprobado que no es cierto. Si algún día se comprueba que se ha hecho uso habitual de la mentira, ya se buscará el procedimiento para ocultarlo, como ha acontecido ahora con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y su sentencia descalificando uno de los juicios de los GAL, a la que hasta se le ha dado la vuelta en algunos medios en un ejercicio vergonzoso de manipulación.
Por estas consideraciones y muchas otras, porque sin duda el personaje da para escribir unas cuantas novelas de terror fantástico, se puede imaginar que ante la avalancha de críticas recibidas de todos los medios por sus últimas declaraciones con el objetivo de tensionar más la situación política y social, habrá esbozado una sonrisa de desprecio ante quienes no sabemos valorar sus dotes de gobernante. Más raro se hace que Rajoy le haya seguido el discurso, aunque con matices, pero tampoco debe de extrañar siendo rehén del ala más radical y montaraz de su partido. Triste destino de una persona que, además de calificar documentos, creíamos con capacidad para desarrollar una política equilibrada y razonable, que complaciera a la gran masa de ciudadanos que hoy no se sienten identificados con esa táctica de tierra quemada en la que se dejan a un lado cualesquiera consideraciones éticas o de conveniencia para la sociedad.

Leon Buil Giral