León Buil

30/09/2009 - EL ENREDO PRESUPUESTARIO


Igual que todos los años, pero con más incógnitas sobre la realidad de sus planteamientos, la posibilidad de aprobación y con muchas más dudas de su cumplimiento: esta es la imagen que cualquier analista habrá visto detrás de la habitual fotografía a las puertas del Congreso de los Diputados, antes con un voluminoso paquete de libros encuadernados; hoy con una tarjeta electrónica o portador semejante; en ambos casos, con un toque de solemnidad como si se le entregaran al Presidente del Congreso las llaves del reino.
Pero si la parafernalia del acto de entrega de la ley presupuestaria y sus anexos es parecida, la rodadura posterior del proyecto de Ley tiene dos modelos bien distintos: cuando se atraviesan etapas de prosperidad económica o, por el contrario, se elaboran las cuentas del Estado en momentos de crisis. En el primer caso, el respectivo ministro de Hacienda suele ser generoso con las pretensiones de su partido y hasta con determinadas demandas de los partidos de la oposición colaboradora. En el caso presente, con Elena Salgado como administradora no solo de la caja sino de la profunda crisis, va a resultar complicado mover determinadas asignaciones presupuestarias, salvo que ya estuvieran previstas por el Gobierno. No es ningún secreto que, si bien las cifras globales son difícilmente modificables, las aplicaciones concretas y muy especialmente las que se refieren a inversiones materiales pueden desplegar numerosas modificaciones a tenor de las presiones recibidas de personas o sectores del partido gobernante o de instituciones de sólida influencia.
Afianzadas las cuentas de gastos corrientes y los de transferencias a entes territoriales de modo global, bloqueados de facto los fondos destinados a clases pasivas y a gastos financieros y de amortización de la deuda pública, que por sí sola se lleva casi sesenta mil millones de euros, queda poco margen para manejar con las cantidades presupuestarias dedicadas a inversiones directas, especialmente por lo que se refiere a las infraestructuras en las que las atinentes al ferrocarril de Alta Velocidad de las líneas norte/.noroeste y de Levante parecen gozar de una prioridad absoluta.
Lo grave y complejo de la cuestión es que todos reclaman más inversiones para paliar el paro, y todos, menos los beneficiarios, cuestionan la urgencia de imprimir un mayor ritmo de inversión a las grandes infraestructuras del transporte cuando la diversificación y dispersión de las inversiones en obras ha dado tan buen resultado con el Fondo Estatal de Inversión Local .
Entre tanto, la oposición del partido popular, y en menor grado CIU, no saben o no manifiestan qué es lo que se puede hacer, si recortar los impuestos, sin señalar salvo vagamente el de sociedades, ni determinar qué gastos habría que reducir: los gastos sociales (¡ en momentos de recesión y paro!) o los de inversión que todos convienen en que incentivan la actividad económica. Montoso, o es un dechado en sembrar confusión o se guarda sus recetas para cuando gobierne su partido. Durán ha tenido algún atisvo de lucidez, pero la situación política de su coalición no le permite ir más allá.
En resumen de todo, que es como si no se resumiera nada. Vamos a atravesar una etapa en la que crecerá el embrollo a propósito del debate de totalidad de los Presupuestos Generales; no se verá ninguna luz clarificadora en el tal debate; se rechazarán las enmiendas a la totalidad y se comenzará la disputa de siempre para repartir los escasos recursos disponibles con el disgusto de muchos. Porque no hay que engañarse: cuando no hay harina, todo es mohína.