León Buil

12/11/2009 - OLIART, UNA GARANTÍA


El acuerdo entre los dos principales partidos para proponer al Congreso de los Diputados la elección como Consejero de la Corporación de Radio y Televisión, y posteriormente Presidente de la entidad, ha tenido una acogida desigual, aunque mayoritariamente positiva, en los medios de comunicación. Por el contrario, entre las fuerzas políticas ha sido bien acogido porque Alberto Oliart es de esa clase de políticos que, además de ser eficaces y leales a sus líderes, deja una grata impresión entre subordinados y compañeros cuando están en el ejercicio de sus funciones y, lo que es más importante, sabe dialogar con los contrarios y comprender sus razones, y sabe transmitir a la gente su pensamiento, siempre en un clima de serenidad personal y dialéctica.
Podrá preguntarme alguien a qué viene tan rotundo elogio sobre una persona que hace más de veinte años que abandonó la política activa. Pués bien: Oliart es uno de aquellos políticos de la transición que con un importante bagaje técnico y cultural, se entregó a las distintas responsabilidades que le fueron confiadas con intensidad y rigor, dirigiendo el Ministerio de Defensa en ocasión tan delicada como fue el episodio posterior al 23-F, consiguiendo que las fuerzas armadas aceptaran la normalidad democrática y la preeminencia del poder civil, para lo trabajó para la incorporación de España en las organizaciones internacionales defensa.
Pero Oliart traía ya un considerable patrimonio de gestión eficaz tanto en su paso por Industria coincidente con la segunda crisis del petróleo en cuya circunstancia y pese a las escasas dotaciones presupuestarias puso las bases para la modernización de importantes sectores como en el del frío o la construcción naval, como por Sanidad, en donde con un excelente equipo puso las bases para lo que sería más adelante el núcleo básico de la asistencia social. Y terminada su etapa de política activa, aunque su dedicación económica fuera muy distinta y tuviera su centro de gravedad en tierras extremeñas, no se alejó de sus inquietudes políticas e intelectuales en las que ha tenido una presencia constante mediante intervenciones directas, escritos y artículos que demuestran hasta estos mismos días que su capacidad funcional e intelectual permanece intacta. Aunque tenga 81 años. Si nos atuviéramos a la edad cronológica, muchas de las grandes realizaciones de científicos y artistas no se hubieran producido, privando a la humanidad de grandes logros.
El inmediato nombramiento de Alberto Oliart rompe con una mala costumbre española, donde es frecuente jubilar o prescindir de personas con gran experiencia en diversos campos de actividad. En política también, pero en este caso las renovaciones generacionales son vehículo frecuente para desembarazarse de rivales políticos.
Si además de todas estas consideraciones añadimos el hecho extraordinario del acuerdo entre los dos grandes partidos, hay que concluir que Oliart va a seguir la misma estela de su predecesor en cuanto a la independencia y neutralidad de la televisión pública, configurará un excelente equipo de colaboradores y llevará adelante con éxito los cambios estructurales y tecnológicos. Esta es la apuesta de quien conoce bien al personaje.