29/03/2011 - OBJETIVO: PEREZ RUBALCABA
OBJETIVO: PEREZ RUBALCABA
No se pretende aquí desvelar lo que ya viene siendo una constante desde que Rodríguez Zapatero decidiera elevar al puesto de super-vicepresidente al hasta entonces ministro de Interior, tras haber ocupado con éxito numerosos puestos de alta responsabilidad en los gobiernos socialistas, tanto en el ramo de la educación como en Presidencia y portavoz del último gobierno de Felipe González y del grupo parlamentario socialista hasta su nombramiento dos años más tarde como ministro de Interior. Todo esto, que es bien conocido, lo pongo porque presupone una formación política excepcional y una extensa experiencia sobre su base científica universitaria.
Pero también, por otra parte, su brillante carrera política y su facilidad comunicadora le ha reportado enemigos acérrimos entre la oposición conservadora y algunos enemigos virulentos en su propio partido, sin perjuicio de admitir su valía e inteligencia política. Precisamente por estas razones, porque es un valor acreditado, se está intentando resucitar los episodios del GAL, aunque no le afectaran directamente, y, curiosamente, desde que se consolidó su poder con el nombramiento de vicepresidente y se comenzó a barajar la posibilidad de ser el sucesor de Rodríguez Zapatero, se ha removido el frasco maloliente del asunto "faisán", las negociaciones con ETA durante su tregua y hasta el aumento de asesinatos de mujeres por violencia de género. Se le ha acusado de mentir a los españoles sobre aquellas negociaciones o conversaciones, porque no se llegó a negociar nada al poner los etarras como condición previa el reconocimiento del derecho de autodeterminación; pero de entrada se le acusa de mentir. Y en este punto habría que preguntar a quienes hacen esta acusación si es normal y prudente hacer públicas tales negociaciones preliminares. Es igual: lo seguirán diciendo aunque sepan que es falso.
Porque no cabe suponer que los ataques que está recibiendo Pérez Rubalcaba tengan más justificación que el objetivo de deteriorar su imagen política y manchar su trayectoria, persiguiendo apartarlo de una hipotética aspiración a optar por la presidencia del Gobierno y, al propio tiempo, privar al titular actual del más valioso de sus apoyos. Esto explicaría que hasta el genérico Rajoy se haya unido al coro de quienes reclaman explicaciones de todo y para todo, reviviendo teorías de conspiración y manipulación y poniendo en peligro la unidad frente al terrorismo, hasta ahora preservada afortunadamente.
En esta carrera preelectoral que ya no tendrá pausa hasta las legislativas del año próximo, presenciaremos otros episodios de la misma índole porque una buena parte del electorado conservador necesita estos desahogos calumniosos o dudosos por decirlo en expresión amable, como queda palpable al visitar -para quien tenga estómago o un destello de audacia- los comentarios de lectores de algunos medios informáticos o las tertulias de algunas televisiones de última generación. Es un arma política que siempre se ha usado, pero que tiene sus límites éticos, algo que empieza a ser utópico.
Y como siempre ocurre, en el propio bando surgen los detractores, los arribistas de otras opciones internas y los despechados: todos con su actitud o sus silencios se hacen cómplices de los rivales políticos. Hoy el objetivo a batir por el partido popular es Pérez Rubalcaba. Parece que también para algunos de sus compañeros.