29/01/2007 - LAS MISERIAS DE UNA ESTRATEGIA
Han trascurrido dos días de la incendiaria intervención de Aznar en el país vasco para rememorar el asesinato de Gregorio Ordóñez, pero los ecos de sus palabras aún resuenan por todos los ámbitos políticos, jurídicos y sociales. En unos casos, como en la intervención de Rajoy en Toledo, para refrendar las atrocidades de su jefe y tutor; en otras, subrayando el acierto de que los jueces prescindieran del principio constitucional del juez ordinario, no porque Iñaki De Juana fuera un etarra sanguinario que debía permanecer en prisión, sino porque esta era la tesis de los ultramontanos del partido popular y su mundo mediático. Algo así como el tenebroso asunto de los condenados de Jarrai, que solo tiene explicación si alguien próximo al tribunal sentenciador les dio el aviso para que huyeran. Pero, en fin, todo sea por la causa
Y como prueba de que estamos ante un operativo en el que se hecha mano de cualquier recurso que pueda conducir a la victoria electoral y a recuperar el gobierno que se perdió hace casi tres años, se vuelve a instrumentar algunos de los elementos más delicados del aparato del Estado, como son los servicios de inteligencia y la Seguridad del Estado, tratando de capitalizar la manifestación de guardias civiles uniformados y la incomprensible - hay que reconocerlo - falta de información de un acto que iba a congregar a miles de personas en la Plaza Mayor de Madrid.
Hay que reconocer que en uno y otro casos existieron fallos atribuibles al gobierno de Rodríguez Zapatero, porque si era explícita y tajante la promesa electoral de revisar el reglamento disciplinario de la Guardia Civil aunque conservando su carácter militar, ha habido un incumplimiento flagrante. Tampoco se entiende que los servicios de inteligencia, hoy aparentemente coordinados, no tuvieran conocimiento de la manifestación. Pero las reacciones del partido popular no han ido en la dirección de reponer la disciplina y analizar los fallos de información, sino en la de destacar la falta de control sobre el C.N.I. y sobre el Instituto: dos municiones más para emplear contra el gobierno al que, después de negarle la legitimidad de origen, se pretende negarle la legitimidad de ejercicio.
Es penoso tener que llegar a conclusiones tan extremas como la de afirmar que hay una estrategia global consistente en subvertir y trastornar cualquier actuación del gobierno, ocultando o tergiversando la verdad, mintiendo estrictamente: como cuando se imputó al Fiscal General de Estado haber incumplido la ley pese a observarla rigurosamente, o cuando se sigue acusando al presidente del gobierno de haber ofrecido un precio político a los etarras y persistir en su error, imputación bien apoyada en un Rodríguez Zapatero al que le falta determinación para expresar claramente, como lo ha hecho José Jon Imaz, que en las circunstancias actuales no cabe proseguir el llamado proceso de paz y habrá que esperar.
Ante esta estrategia de contienda total, plagada de conductas miserables, que está creando un ambiente social asfixiante de enfrentamiento, parece absolutamente necesario que el presidente del gobierno postergue cualesquiera acciones para reanudar los contactos con los etarras hasta tanto ofrezcan la deposición definitiva de la lucha armada, y lo exprese rotundamente, sin renunciar por eso a buscar una solución pacífica en el momento oportuno. Es llegado ya el momento de un compás de espera táctico frente a la estrategia de ofensiva total y permanente de un partido popular cuyos dirigentes actuales han perdido con sus actuaciones de corte ultraderechista sus notas de identidad ideológica.
León Buil Giral