22/11/2007 - MAS NO SE LANZA AL MONTE
MAS NO SE LANZA AL MONTE
Las declaraciones de los lideres políticos catalanes son examinadas en algunos círculos políticos y mediáticos con lupa, pero alguna con su óptica deformada por prejuicios muchas veces interesados. Y esto es lo que ha ocurrido con la exposición que ha hecho Artur Mas sobre el nuevo catalanismo que impulsa CIU, calificada en algunos medios como propuesta soberanista semejante a la de Ibarretxe, amenazante y destructiva del orden constitucional; y en otros de repetitiva, ambigua o inútil y, en todo caso, interesada más en mejorar los resultados electorales que en construir una firme base ideológica que no gravite solamente sobre el nacionalismo, en una sociedad como la catalana muy plural y poco propicia a aventuras políticas.
Sin embargo Mas trazó unas líneas en su discurso que amplían, por una parte, el mundo del catalanismo como integrado por quienes se sienten esencialmente catalanes, pero por otra lo restringe según el contexto de otras partes de su discurso -no he dispuesto del texto completo- dejando fuera a quienes desean una Cataluña con amplias competencias, con políticas de amplio espectro ideológico e inserta y participante en el conjunto español con el que hay intensas relaciones que van mucho más allá de una buena vecindad. En otras palabras y poniendo apellidos: una actualización de la política pujolista con las importantes aportaciones de Unió desde que Duran i Lleida tomó su liderazgo.
Pero por mucho que se tilde el discurso de ambiguo y susceptible de lecturas muy diversas (y ya las ha tenido muy contradictorias) hay que convenir que CIU necesitaba una redefinición de su ideario y de sus objetivos para intentar superar un estancamiento electoral que le mantiene fuera de las más importantes instituciones catalanas y con casi nulas posibilidades, al día de hoy, de concretar algún tipo de coalición tanto con el partido popular, que desde la marcha de Piqué ha radicalizado su discurso antinacionalista, como con ERC que no solo mantiene su posición soberanista sino también sus predicados netamente izquierdistas. En este escenario, Artur Mas no tenía otra alternativa que tratar de ampliar su hipotético espacio electoral tratando de atraer por la derecha al electorado que la actitud anticatalanista de la cúpula madrileña del partido popular ha ahuyentado y, en otro sentido, el voto descontento de ERC, que también lo hay. Ya se verá si ha acertado.
De momento, parece que tanto en el seno de la coalición convergente como entre las fuerzas vivas de Cataluña, hay sosiego porque, aparte de las aclaraciones posteriores a la conferencia de Mas, pesan y mucho las palabras de Duran solo unas horas antes y también sus explicaciones posteriores. CIU siempre se ha mantenido entre sus planteamientos de un nacionalismo moderado y un pragmatismo que conjugó magistralmente Miquel Roca y hoy administra con sensatez Durán y Lleida, para quien la transversalidad ideológica y territorial son una constante de su pensamiento político.
Habrá un futuro de matices, tanto para subrayar como para difuminar los puntos más relevantes de la exposición del lider convergente. Es período pre-electoral. Pero no debe caber duda alguna que en Cataluña prevalecerá la prudencia y el pragmatismo que han sido la base de su progreso y de su gran contribución al desarrollo de España.