28/03/2006 - EUZKADI: GANAR LA CALLE
Todos afirman que en primer lugar habrá que verificar si el alto el fuego permanente acordado por ETA reúne las condiciones de estabilidad y totalidad que se desprenden de la expresión adoptada por la banda terrorista para definir el abandono de la violencia, y muy especialmente si la opción por una solución democrática de la cuestión vasca supone renunciar a cualquier acción que mediatice la libertad de los vascos a elegir libremente sus preferencias políticas. Si estas condiciones se comprobaran durante un cierto tiempo y se obtuvieran garantías de permanencia, se podría considerar que se daban las circunstancias para emprender la negociación para la disolución de la organización terrorista y de las resultas que conlleva: situación de los presos etarras, aplicación de beneficios penitenciarios cuando procedieran, soluciones diversas para los miembros de la banda encausados a tenor de la gravedad y naturaleza de los delitos, etc. Simultáneamente se pondrían en funcionamiento las comisiones formadas por todos los partidos vascos para trazar las líneas sustantivas del futuro estatuto.
Pero la concurrencia de todos estos requisitos, que obligan a usar los verbos en condicional, no deben ser obstáculo para progresar en la solución de problemas que afectan a la sociedad vasca como consecuencia de cuatro décadas de terrorismo y de la consecuente acción policial, no siempre respetuosa con los derechos ciudadanos. Nadie puede ignorar que se está ante un fraccionamiento social que tiene raíces en el nacionalismo independentista de todo signo y el estatalismo españolista, por buscar una expresión inteligible en todo el ámbito de España. También son patentes las tensiones que generan las actitudes identitarias cuando se asientan sobre la exclusión de los que no aceptan la imposición de unos códigos de comportamiento cultural, especialmente si entrañan algún tipo de discriminación, aunque hay que reconocer que este problema lo ha gestionado el Gobierno vasco con bastante acierto. Finalmente, y por ceñirnos a las cuestiones que aparecen como más notables, es perceptible el ambiente de desconfianza y prejuicios que afecta a toda la sociedad vasca, mucha más profundos de lo que podría considerarse una normal consecuencia del pensamiento ideológico, porque la violencia y coacción de los terroristas y de sus simpatizantes han provocado un déficit de libertad que ha producido efectos distorsionantes en las opciones políticas de los ciudadanos: dicho esto con toda finura.
Esta situación que deriva en gran parte de estos tres factores, pero que también tiene otras causas que contribuyen a malograr una convivencia serena y fructífera, tiene que reconducirse desde ahora mismo si se quiere que el abandono de la violencia etarra tenga un fruto inmediato que facilite la salida política y democrática a la cuestión vasca. Por esto es necesario ganar nuevamente la calle para la libertad, sin ningún género de cortapisas ni condicionamientos, sin que nadie se pueda sentir coartado en sus manifestaciones o preferencias, ni vigilado o insultado por sus preferencias políticas.
Hace ya algún tiempo se ganó la calle frente al terrorismo. Ahora corresponde ganarla para la paz y la tolerancia, para el respeto por el discrepante, para implantar un contexto social que facilite al pueblo vasco la expresión de sus opciones políticas respecto a su futuro sin miedo a ser discriminado o a sufrir represalias. Puede parecer utópico, pero hay que tratar de hacerlo realidad y corresponde especialmente al Gobierno vasco remover los obstáculos que impidan alcanzar una situación de libertad plena y armonía social.
León Buil Giral