León Buil

21/03/2006 - CAROD SE EQUIVOCA


Ya se ha votado hace unos momentos el preámbulo y el conjunto del texto del Estatut en la Comisión Constitucional, y no se han producido sorpresas: el partido popular por boca de un Zaplana especialmente catastrofista, y de Vendrell que evidentemente ha tenido que teatralizar la debilidad de sus convicciones en las maldades estatutarias, ha rechazado el preámbulo como resumen y marco de inconstitucionalidades sin cuento. Resulta asombroso que desde un análisis técnico se pueda mantener esa tacha generalizada a un texto que, al menos en el orden jurídico, ha eliminado los puntos más dudosos del proyecto remitido por el parlamento catalán. Otra cosa es que en el aspecto político se pueda considerar que el tratamiento de algunas materias o el otorgamiento de algunas competencias deriven en confusión o disfunciones que afecten a la prestación de servicios, o que hagan más difícil el funcionamiento de los medios que aseguren el principio de solidaridad. Este es un enfoque que ha adoptado últimamente en alguna medida el partido popular, pero sin renunciar a la fácil acusación de la ruptura de España y el quebranto de la Constitución.
Tampoco la intervención de Carod Rovira ha supuesto ningún sobresalto. En un alegato bien construido, con mensajes dirigidos a las restantes fuerzas políticas pero muy especialmente al núcleo duro de su electorado, que tiene mucho más de nacionalista que de izquierda, ha dejado abiertas todas las puertas salvo la que cierra la posibilidad de un voto positivo en el trámite parlamentario, marcando así la diferencia con CIU, que le arrebató la baza del posibilismo y con ICV, que se ha manifestado una vez más por boca de Joan Saura como una izquierda moderna que defiende la utopía pero con los pies en el suelo.
Lo más curioso de la situación está en que Carod hubiera podido terminar su intervención anunciando que su formación iba a votar a favor del dictamen de la Comisión. Su afirmación de compartir el ochenta y cinco por ciento del texto, o decir que el preámbulo no le satisface por el asunto de la "nación", aunque el lider republicano lo considera principio de una etapa futura con nuevos horizontes, o su afirmación de seguir trabajando en Cataluña y en Madrid para todo lo que pueda resultar positivo; y como música de fondo "todo el dolor del alma" por votar negativamente el dictamen: todos ellos son elementos que hubieran podido ser la premisa de un voto afirmativo o de una abstención, lo que en buena lógica dialéctica hubiera sido más procedente.
Pero ERC, con Carod a la cabeza, ha preferido seguir los dictados de una lógica política y electoral que tiene como base un populismo primario con sus cargas de irredentismo, victimismo, exclusivismo cultural y proyección de futuro. Este planteamiento puede ser sincero o interesado, pero fuera cual fuere su naturaleza, supone quedar cautivo de una estrategia que no les llevará a conseguir su proyecto final, la independencia de Cataluña como Nación-Estado, ni a mantener una influencia importante como la han tenido en el gobierno tripartito catalán y en el gobierno de España.
Resulta difícilmente justificable que quienes han impulsado las líneas maestras del Estatut y manifiestan que suscriben la gran mayoría de sus preceptos, acaben votando con sus antagonistas del partido popular. Es una actitud contradictoria, errónea y, además, antiestética.

León Buil Giral