León Buil

10/04/2008 - CUATRO AÑOS, PRORROGABLES


Es el tiempo que puede gobernar Rodríguez Zapatero si se cumplieran las líneas del programa de gobierno que ha trazado en el debate de investidura que se ha venido desarrollando hasta la votación de hoy. Y es necesario subrayar dos aspectos de esta afirmación, que a muchos parecerá aventurada: el primero, que si bien en el discurso inicial quedaron determinadas aquellas líneas básicas, también en las intervenciones posteriores incluida la última se puntualizaron detalles importantes de ellas; y, en segundo lugar, que deberán cumplirse los objetivos marcados en el programa de gobierno.
Para llegar a aquella tesis se parte de un hecho que quizá no se ha subrayado suficientemente, eclipsado entre el fragor dialéctico de partidarios y detractores. Y se trata del reconocimiento implícito de los errores cometidos por el candidato en su anterior etapa como presidente del gobierno aunque se han presentado embutidos en la profusión de actuaciones y resultados positivos. Este es el significado de ofrecer pactos de Estado al partido popular y a las demás fuerzas políticas en asuntos tan espinosos como la lucha contra el terrorismo basada en la exclusión de cualquier negociación con los terroristas; en la financiación autonómica, desigual e insuficiente a resultas de disposiciones constitucionales y estatutarias y afectada por la política fiscal del Estado y también por el uso de sus facultades tributarias por parte de algunas Comunidades Autónomas, como ha ocurrido con el Impuesto de Sucesiones y Transmisiones. También en materia de Justicia, en la que se ha destacado la renovación del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial, pero que comprende la dotación y coordinación de medios personales e instrumentales y la preservación de un único poder judicial , además de hacer uso del artículo 150.3 de la Constitución para armonizar disposiciones autonómicas que van más allá de las retribuciones funcionariales. Y, aunque no se mencionara, habría que recurrir al mismo recurso constitucional para impedir las grandes diferencias de tratamiento en materia educativa y de sanidad entre las diferentes Comunidades, lo que nos aleja de los superpreceptos de los artículos 9 y 14 de la Constitución, que predican la igualdad de derechos de todos los españoles.
La realización de estos objetivos mediante pactos de Estado tiene enormes dificultades porque en algunos casos, como en educación y sanidad, se enfrentan no solo principios ideológicos contrarios sino también praxis diversas, comenzando por la naturaleza pública/privada de ambos servicios y su distinta participación en las prestaciones., aparte de las reticencias de las Comunidades Autónomas. Otro tanto cabe decir de la política exterior, en la que el consenso sobre Europa y Latinoamérica es sencillo, pero mucho menos las relaciones con los países del bloque árabe y con los de Castro, Chávez y Morales. Y como factor negativo para todo, el escenario económico negativo, ni tanto como dice el FMI ni tan tranquilizador como pretende Rodríguez Zapatero, aunque la escasez bien administrada también puede dar buenos resultados.
Pues bien: si todo se desarrolla como se ha expuesto, y aún contando con los fracasos que siempre acompañan a toda actuación política, Rodríguez Zapatero no solo concluirá esta legislatura sino que estará en inmejorables condiciones para optar a un tercer mandato porque habrá despejado la desconfianza de muchos electores en su capacidad de gobierno y habrá captado electorado moderado que en las pasadas elecciones se inclinó por la abstención. Visto así, lo de los cuatro años prorrogables no parece tan aventurado.