León Buil

21/11/2005 - RECTIFICAR ES DE EQUIVOCADOS

RECTIFICAR ES DE EQUIVOCADOS

 

Este lunes la ejecutiva socialista va a aprobar un plan integrado por distintas medidas para mejorar la imagen de la labor que viene desarrollando el Gobierno, a la vista del continuo retroceso en la intención de voto y en la valoración negativa de sus distintos miembros, de la que no se escapa ni su presidente. Ya se han pronunciado estos últimos días algunos miembros significados del propio partido señalando las causas del retroceso, pero también se ha podido constatar que hay serias resistencias en la cúpula de la organización para reconocer que, además de un problema de comunicación, que existe, se han cometido errores importantes en algunas decisiones políticas, en los calendarios de las resoluciones adoptadas y en la modulación de los tiempos.

Ya hace muchos meses que en diferentes medios puse de relieve que Rodríguez Zapatero tenía abiertos demasiados frentes de actuación. También entonces se hizo referencia a que se estaba produciendo una acumulación de conflictos que podía facilitar la emergencia de una coalición fáctica contra el gobierno, dificultando la explicación ordenada y racional de la política gubernamental. Igualmente se dijo que no había ninguna razón para acelerar la tramitación de algunas leyes como la afectante al Poder Judicial, o al Estatuto de Cataluña o la Ley Orgánica de Educación, superpuestas a la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado que siempre se desarrolla con tensiones. Por las razones que fueren, la tramitación a ultranza del Estatut sin parar mientes en los efectos de un texto con varias tachas de inconstitucionalidad y numerosos puntos de inconveniencia política, se hizo cuestión central al término del verano y desencadenó una tormenta política, hábilmente trasladada a la sociedad por el partido popular. Fue un error sin paliativos, porque una prudente consideración de los tiempos hubiera llevado a examinar el Estatut una vez concluido el debate presupuestario.

Ahora se pretende enmendar este y algún otro error de igual entidad, como no tener en cuenta que es imprescindible contar con el partido popular para abordar con éxito las reformas estatutarias y otros proyectos de legislación orgánica que conforma lo que se conoce como política de Estado. Guste o no guste. Y puesto que se ha puesto en evidencia una absoluta carencia de lealtad y veracidad en el partido conservador a la hora de pronunciarse sobre las ofertas de negociación del Gobierno, se hace necesaria una política de información inmediata e irrebatible, si es preciso fundada en documentos, con propuestas que no admitan las respuestas ambiguas o la elusión de las cuestiones debatidas.

Por la experiencia de los últimos meses se sabe que ante planteamientos poco determinados, tanto el partido popular como la jerarquía eclesiástica o los sindicatos de agraviados, van a retorcer el alegato, endilgando al gobierno el cometido de acomodarse a lo que proponen sus opositores. Es lo que ya se ha visto que ha ocurrido con todos los asuntos más espinosos en estos últimos tiempos: pedir al Ejecutivo que retire sus proyectos y acepte las propuestas de la oposición. Situación esta verdaderamente peregrina que solo puede explicarse por una paranoia profunda de quienes creen que aun tienen el poder político o la decisiva influencia del nacionalcatolicismo de otros tiempos.

Pero la reflexión de los socialistas no puede quedar reducida a estos aspectos porque en sus proyectos hay algunas ambigüedades, gestiones oscuras y casi desconocidas, ministros valiosos mediatizados en sus competencias, comunicadores que no saben comunicar, recursos políticos que no se saben potenciar por los responsables que muchas veces prefieren reafirmar su poder. En fin: que hay mucho campo para la autocrítica y para corregir algunas equivocaciones que han erosionado una gestión de gobierno que, en líneas generales, puede considerarse positiva.

 

León Buil Giral