18/09/2006 - La esperanza de un proceso de paz
A él se refirió Rodríguez Zapatero en la conferencia política que los socialistas han celebrado esto último fin de semana. Y se refirió pasando sobre brasas, con serenidad y sin aspavientos, a que el proceso es difícil y no cabe la impaciencia. Y nada más. Sin duda su silencio en esta ocasión fue oportuno, muy al contrario de algun otro episodio en el que escogió su presencia ante los militantes del partido para hacer declaraciones que, además de ser escuetas y precisas, deben hacerse en el marco adecuado que no es otro que el Parlamento.
Sin embargo no es menos cierto que existe una demanda de información sobre el proceso de abandono de las armas de ETA que se extiende por todos los ámbitos ciudadanos y significadamente en Euzkadi. Y también lo es que los grupos políticos, aun aceptando la discreción que impone una negociación de esta naturaleza, desean tener algún dato sobre el proceso, algún anticipo sobre los tiempos y contenidos así como de los resultados de los contactos exploratorios.
Han transcurrido varios meses desde el anuncio etarra del abandono indefinido de las acciones violentas y, aunque la esperanza se ha instalado en la mayoría de los ciudadanos españoles al considerar irreversible aquel acuerdo, también un alto porcentaje se pregunta cuándo se iniciará realmente el núcleo de las negociaciones y cuándo se obtendrá algún resultado siquiera parcial. Incluso están surgiendo dudas sobre un final feliz de este asunto al considerar que la organización política que ha venido apoyando a ETA, la hoy ilegalizada Batasuna, es tan heterogénea como el grupo terrorista, y que no existe una estrategia política unánime entre todos los grupos que los componen. Hay grupos - hay que suponer que serán extraterrestres - que consideran que la violencia podría doblegar la resistencia del Estado y asegurar a la izquierda abertzale la dirección del proceso de independencia.
Pero en una cuestión tan trascendental no hay cabida para imprudencias ni prisas, ni se puede caer en autocomplacencias o ilusiones desmesuradas. La operación está dirigida por Rodríguez Zapatero, que sabe de las consecuencias de cualquier indiscreción en temas de tanta trascendencia; al primer nivel le sigue Pérez Rubalcaba, que tiene acreditadas su cautela y facultades negociadoras, aunque serán otros los personajes que van a trabar contacto con la banda terrorista. Por parte de estos, nada se sabe, aunque abundan las especulaciones. Lo cierto es que en ETA se ha instalado la convicción de que la lucha armada no lleva a ningún resultado positivo y que Euzkadi reclama la paz ante todo.
Esta situación es la que lleva al presidente del gobierno a mantener viva la esperanza de que se llegue a un resultado positivo, pese a que son muchos los que echan arena en los engranajes. Por parte de la extrema derecha porque un fracaso revalidaría sus tesis de la España nacional uniforme y centralista; de la ultraizquierda abertzale porque mantendría la utopía de un Estado euskaldun marxista-leninista, aunque la ideología ahora predominante en el partido sea socialista a secas.
Pero también hay que abrirse a otras esperanzas, por ejemplo, que el partido popular deje de jugar con las concesiones políticas o con la inclusión de Navarra y azuzando a algunas asociaciones de víctimas del terrorismo. Otro ejemplo, que desde el Gobierno se hagan todos los esfuerzos de conciliación con la oposición del partido de Aznar en este asunto, el más trascendental que tiene España en estos tiempos. Si estas esperanzas se materializaran, entonces sí que habría razones poderosas para mantener la esperanza de una solución satisfactoria del conflicto.
Leon Buil Giral