León Buil

23/01/2006 - UN ACUERDO ACEPTABLE

Aceptable por todos, aunque a estas horas del domingo ERC no se ha manifestado aun con claridad porque, hay que entenderlo, no puede ceder a CIU el protagonismo de un gran paso adelante para el autogobierno de los catalanes, sin haber hecho cesiones sustanciales sobre el texto aprobado por el Parlament. Pero no es dudoso que la formación republicana que lideran Carod y Puigcercòs tiene en la atemperación de su discurso político y en el pragmatismo de sus dirigentes unos activos que va a aplicar a la aprobación del Estatut, aunque hayan cuestionado una aprobación de plano. También veremos que las demás formaciones políticas, con excepción del partido popular que se ha autoexcluido de la negociación al exigir que se aceptaran sus planteamientos, están satisfechas con el resultado.
Tiempo habrá de analizar los contenidos acordados entre Rodríguez Zapatero y los responsables de CIU, Mas y Duran Lleida, si bien conviene poner por delante que no solo destierran cualquier atisbo de inconstitucionalidad, sino que son beneficiosos para armonizar los intereses de Cataluña y del conjunto de la nación española, llegando a soluciones de verdadera cooperación en línea con la inspiración del Estado Autonómico, a reserva de las aportaciones que hagan los grupos parlamentarios durante la tramitación del proyecto.
Pero en este momento es más destacable que los contenidos el papel que ha vuelto a jugar CIU para encauzar un asunto que corría el riesgo de desbordarse y alimentar mayores enfrentamientos y malentendidos. Hasta los más contumaces enemigos del texto elaborado por el Parlament sabían que en la tramitación parlamentaria ante las Cortes Generales se iban a introducir modificaciones, pese a los acuerdos juramentados de los partidos de no aceptar modificaciones de sustancia. Por su parte, lo cuatro partidos catalanes que amparaban el Estatut sabían perfectamente que en ninguna circunstancia el Gobierno español iba a aceptar de plano un proyecto que ya había salido de Cataluña con fundadas dudas sobre su constitucionalidad y que, además, había suscitado recelos y reproches muy duros en una mayoría de la sociedad española, de sus instituciones y también de poderes fácticos. En realidad, junto al discurso interno que alimentaban con declaraciones del más inflamado fervor nacionalista, todos los partidos políticos resaltaban las buenas perpectivas de acuerdo y daban pasos en este sentido porque, entre otras razones, sabían y saben que no siempre se darán las condiciones propicias para abordar una reforma estatutaria de calado.
Que ERC haga depender su voto de la cuantificación de los acuerdos sobre financiación resulta totalmente lógico, porque este ha sido el verdadero meollo de la cuestión y la baza que aun podría obtener, en alguna escasa medida, para rentabilizar ante su militancia y su electorado todo el proceso negociador. Lo de la definición como nación es cuestión muy secundaria.
Pero lo que se ha plasmado en estas últimas veinticuatro horas es que CIU es un partido sólido que practica un nacionalismo moderado, que sabe instrumentar sus intereses, pero conociendo en qué escenario se mueve y hasta dónde debe llegar. Su situación como partido de oposición al tripartito le obligó en ocasiones a radicalizar su discurso y sus actitudes, pero a la hora de la verdad ha sabido pisar tierra firme y contribuir a que la reforma estatutaria que en gran medida va a servir de modelo a las que están preparando otras Comunidades Autónomas, se haya encauzado en términos de racionalidad política y conveniencia funcional.
Cuesta imaginar por donde van a atacar quienes han hecho del Estatut munición diaria para atacar al gobierno y para enderezar a su propio beneficio otras operaciones colaterales. La acusación de secretismo de las conversaciones es tan pueril como el juego de la oca o que Zaplana, una vez más, diga sin pestañear que se crean españoles de primera y de segunda o que se rompe la solidaridad. Lo cierto es que hasta personas reticentes como Ibarra, ven el acuerdo como positivo. Por algo será.

León Buil Giral

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