05/01/2006 - REBAJAS
REBAJAS POLÍTICAS
En un plazo de pocos días comenzarán las rebajas del comercio, reguladas por las administraciones a la vista de que en un régimen de absoluta libertad se prestaban a abusos y fraudes, fuera en la calidad o en los precios, aprovechando el impulso febril de muchos compradores para adquirir esas gangas que muchas veces acaban en los estantes más elevados de los armarios. Desterrados los malos usos, no cabe duda que las liquidaciones por rebajas contribuyen a sanear las existencias de almacén de los establecimientos y a beneficiar a los consumidores que saben comprar con responsabilidad.
Pero también hay otras rebajas de muy distinta naturaleza y de signos dispares que, como si fueran de tipo comercial, se anuncian en los días finales de cada año: en unos casos para satisfacer a los ciudadanos y alimentar la confianza en sus regidores; en otros, por el contrario, para ajustar los proyectos prometidos a las circunstancias cambiantes que afectan a la política aunque supongan una merma en las expectativas creadas.
Del primer tipo de rebajas se pueden destacar las modificaciones que se han aprobado o están en curso de aprobación en las normas tributarias, reduciendo algunos impuestos y facilitando las obligaciones formales de los contribuyentes, al margen de la reforma tributaria anunciada y otras medidas de gran calado como el proyecto de Ley de personas Dependientes que supondrán un inmenso avance social. En igual sentido, el Gobierno aragonés también ha llevado a la ley presupuestaria reducciones en los impuestos de sucesiones y transmisiones, y en el tramo autonómico del IRPF, así como otras iniciativas que facilitan el acceso a determinados bienes de consumo duradero, como es el caso de los programas de viviendas de protección oficial, o disminuyen las cargas y deberes ciudadanos.
Pero también hay rebajas del otro tipo, de las que matizan las ofertas y promesas electorales o circunstanciales, las demoran, las disminuyen o las eliminan incluso. Algo se sabe por estos pagos de tales cambios de criterio, aunque no han afectado a los proyectos más importantes. Así, aunque la autovía Lleida-Pamplona parece coger velocidad de crucero y al aeropuerto de Monflorite sigue adelante pese a las abundantes zancadillas, la N-260 o carretera subpirenaica lleva un ritmo inferior a lo que se esperaba y el tramo entre Campo y Vilaller está en fase embrionaria o poco más, Tampoco las obras hidráulicas fundamentales, salvo Yesa y Monte Aragón, llevan una marcha adecuada a la imperiosa necesidad de disponer de más agua en los períodos de carencia y reservar la poca que nos llega del cielo. La inveterada pretensión del enlace ferroviario del noroeste de la provincia con Cataluña no tiene ni la más mínima posibilidad de atenderse en un plazo razonable, como tampoco se ha activado la construcción de la nueva sede de la Seguridad Social, que empieza a ser una imperiosa necesidad
Y si esto ocurre con los proyectos del Gobierno central, también acontece con algunos aspectos de la política regional que, pese a impulsar objetivos estratégicos para el crecimiento de la provincia, como son Walqa, o PLHUS o la Plataforma Logístico Industrial de Fraga, también y por el contrario ha rebajado las expectativas creadas en torno al Centro Aragonés de Arte Contemporáneo que ni tiene proyecto para su segunda fase -aunque es probable que se encargue pronto- ni previsión de aumento de sus fondos propios, con excepción de los donados o que pueda donar José Beulas; o también se ha devaluado el nivel de equipamiento de diagnósticos del Hospital San Jorge externalizando algunas pruebas, sin abordar tratamientos como la radioterapia que por censo de población debería dispensarse, según los protocolos europeos y cuyo costo de instalación excede en poco el millón de euros. Tampoco avanzan en la medida deseable los programas para dinamizar la economía de Sobrarbe y la zona media de Ribagorza. Quizá habrá que esperar a que pase la nueva vorágine centralizadora que se ha generado con la Expo 2008, necesaria y justa si se quiere, pero real y cuantificable.
Son alguna rebajas que hay que aplicar al balance de cada año, de lo positivo y de lo negativo, y también a las previsiones de futuro para que, lo que se nos han rebajado en sentido negativo, se restituya hasta cumplir cabalmente lo prometido.
León J. Buil Giral