01/06/2006 - LOS SUSTOS DE ZAPATERO Y EL LASTRE DE OTEGI
Aún no se habían apagado las luces del hemiciclo del Congreso de los Diputados y los taquígrafos traducían las condiciones de Rajoy para apoyar una negociación con ETA, cuando Patxi López anunciaba que iba a reunirse con los dirigentes de Batasuna para hablar sobre el proceso político de la cuestión vasca. Está visto que el presidente del Gobierno no gana para sustos, porque como él mismo dijo en el debate de ayer Miércoles, primero es la paz y luego la política. También José Blanco ha tratado de quitar hierro a la imprudente afirmación del lider del PSE, interpretando que la reunión sería para mirar a los ojos de los batasunos, lo que suscitará alguna perplejidad en los exegetas gestuales, más entrenados a analizar portazos y cortes de mangas. Sea como fuere, la entrevista -nadie ha hablado propiamente de negociación- se producirá una vez el presidente del Gobierno haya comparecido ante el Congreso para informar sobre la situación y es absolutamente seguro que no habrá propuestas de fondo, ni hojas de ruta ni esquemas de trabajo. También esto ha tenido que aclararlo hoy mismo Rodríguez Zapatero.
Pero desde los medios de información hostiles al Gobierno, incluso antes de que se produjeran los primeros comentarios de los lideres políticos, ya se han puesto subtítulos a la imaginaria fotografía de la reunión: traición, felonía, disparate, pago político, infamia y algunas otras lindezas parecidas que se han repartido entre Acebes y su entusiasta colaborador Alcaraz, dando pie a otro distanciamiento más en la línea de quienes parecen mostrar tibieza ante el fin de la violencia. Está quedando muy claro que dentro del partido popular hay un sector que apoya con desagrado el proceso de pacificación de Euzkadi que trata de ligarla con la negociación política del Estatuto, aunque ha quedado muy claro que son dos cuestiones que se van a tratar por separado. Y también está quedando meridiano que en el País Vasco, junto a quienes están dispuestos a moderar sus premuras y atemperar sus pretensiones, hay sectores del PNV, de los sindicatos nacionalistas y, por supuesto, los dirigentes de la ilegalizada Batasuna que tratan de buscar atajos a una complicada cuestión que necesita tanto tiempo como buen juicio y sosiego para solucionarla, separando lo que es cese definitivo de toda violencia etarra, negociación política y observancia de las reglas del estado de derecho.
Para empezar (mal) los dirigentes de la izquierda abertzale que esta tarde comparecen ante el Juez Grande Marlasca, confunden la aplicación de una ley que pueden considerar errónea o injusta pero que fue aprobada por un parlamento democrático con la actuación del Gobierno y el desarrollo del proceso de paz, demostrando así que tienen un concepto muy peculiar de las instituciones democráticas y de la separación de poderes. Y para seguir (mal) pretenden participar en las negociaciones que en su momento emprenda el Gobierno sin haber conseguido la legalización formal como cualquier partido político o, siquiera, exprese rotundamente su condena del terrorismo y de toda violencia, lo que podría implicar una adaptación de facto a la legalidad.
Pero parece que Otegi y sus compañeros no comparten las normas que rigen para todos los ciudadanos, incluidos todos los de Euzkadi. Tampoco parecen entender, o no pueden darse por enterados, de que la situación actual integra factores difícilmente repetibles para suprimir la violencia terrorista y encauzar el futuro del país vasco en libertad. Otegi es una persona inteligente, pero quizá sea prisionera de sus compromisos o complicidades, anteriores y actuales. A veces parece que le han marcado sus tiempos y sus límites políticos. Pero no cabe duda que, partiendo de la conveniencia de la participación en el proceso de la izquierda abertzale si condena el terrorismo, la actitud un tanto vacilante del dirigente batasuno se está convirtiendo en una seria dificultad para el proceso de disolución de ETA y solución de la cuestión vasca.
León Buil Giral