13/04/2011 - MAS RIEGOS, MAS EMPUJE
Hace solo unos pocos años hubiera parecido un sinsentido apostar por la extensión de nuestros regadíos, de no ser porque la solicitud se había convertido en una especie de muletilla política, como la defensa de las aguas del Ebro y la oposición a cualquier trasvase, aunque la tendencia marcada por Bruselas era el abandono de tierras y la reducción de algunas producciones agrícolas. Pero, apenas transcurridos veinte años, las cosas han dado un giro total al comprobarse que las producciones y los mercados agrícolas son cada vez más sensibles y que la especulación se ha trasladado con intensidad de los mercados financieros a los de materias primas y productos naturales.
Consecuencia de lo anterior es que en Europa, aunque ha sido abandonada la política de primar ciertos cultivos, se está reconsiderando el freno a las producciones agrarias, en general, y agrícolas en particular tras las alzas de productos para consumo humano y para alimentación animal, si bien la incidencia en los países norteños ha sido menor. Aunque no se puede calificar de crisis de subsistencias a escala global, no debe subestimarse la fluctuación de determinadas producciones en países que marcan las orientaciones de los mercados y que pueden inducir reacciones al alza o a la baja en los precios y producciones.
Como conclusión, parece existir un acuerdo parcial de volver a conceder al medio agrario, desvalorizado y arrinconado en las estimaciones del producto interior, la importancia que merece no tanto por su contribución al mismo o por la población activa del sector, cuanto por haberse convertido en sector estratégico de la economía y de la ecología, máxime en un territorio como el de nuestra provincia en el que el peso del sector industrial es escaso y el de los servicios se funda en un turismo estacional. Y este diagnóstico tiene especial sentido en la comarca de Huesca, en la que se han abandonado en buena parte los escasos cultivos tradicionales de regadío por la escasez de recursos hídricos seguros, sin que pueda asegurarse que la puesta en marcha del embalse de Monte Aragón sirva para revertir el proceso de abandono de las tierras.
Los rectores políticos tienen que conceder una atención muy especial a esta situación porque Huesca no se beneficiará de ninguno de los grandes proyectos de futuro como la Travesía Central del Pirineo concebida para transporte de mercancías a larga distancia, o los eventos olímpicos aun volanderos, o la concentración de las nuevas tecnologías de la comunicación, con muchos y próximos competidores, o el turismo interior con un crecimiento exponencial en la capital regional. Al propio tiempo, la degradación de poder y competencias de los gobiernos civiles y las diputaciones provinciales, y el afán centralizador de algunos políticos en las instituciones autonómicas han supuesto la pérdida de iniciativas políticas, siendo ya raro el concurso de instituciones y todo tipo de entidades en seguimiento de objetivos comunes: como excepción, la reclamación de los tesoros artísticos en poder de la diócesis de Lleida o la oposición al trasvase del Ebro.
Huesca y en general la provincia no puede aspirar a un fenómeno económico extraordinario porque se carece incluso de recursos humanos. No hay que soñar con el establecimiento de una gran factoría industrial porque siempre los promotores se inclinarán por establecerse en Zaragoza o Pamplona o el entorno de Barcelona. Lo que puede llegar aquí es la pequeña empresa industrial o comercial que hay que atraer poniendo de relieve las ventajas de localización industrial y añadiendo incentivos. Otro tanto cabe decir del turismo y de otros servicios, porque eso sí está a nuestro alcance, como también la extensión de estudios universitarios y especializados o unas buenas instituciones sanitarias. Pero tampoco olvidar los regadíos, que serían una base de creación de empleo y quizá de instalación de empresas transformadoras. Sea con el túnel de Sierra Caballera o con las aguas elevadas del Gállego, la consolidación y ampliación de los regadíos en la Hoya de Huesca tiene que ser un objetivo preferente de los responsables políticos. Aprovechando la inmediata renovación de las instituciones locales y autonómicas, hay que imprimir nuevo empuje para alcanzarlo. Huesca tiene que aprovechar todos los recursos en presencia. Solo así podrá desarrollarse.