León Buil

24/05/2006 - OTEGI ¿ENTIENDE LA DEMOCRACIA?


Es curioso que cuando se abre una tenue luz que aumenta con el paso de los días en el proceso de pacificación de Euzkadi, quienes no tienen otra legitimidad que representar a una mínima parte del electorado, como es el caso de Otegi y Madrazo, se armen de prisas para llevar adelante sus pretensiones interpretando la democracia a su manera, con la amenaza velada de no alcanzar la paz que tanto se desea y que, por supuesto, es un requisito indispensable para que el Pais Vasco tenga una elecciones verdaderamente libres: algo que bajo la situación de violencia de los últimos treinta años ha distorsionado en alguna medida los resultados a favor de las posturas nacionalistas. Y por si no les bastaran, a uno y a otro, sus habituales alucinaciones independentistas, el resultado del referéndum en Montenegro les ha proporcionado un argumento de apoyo, pese a que el caso de la república adriática, que disfrutó de plena independencia durante más de cincuenta años precisamente en el período de eclosión de los nacionalismos europeos, poco o nada tiene que ver con el caso vasco.
Conviene aclarar que cuando se plantea si el dirigente batasuno entiende lo que es la democracia, no es porque se dude de su conocimiento de tal forma de gobierno, sino porque parece ignorar o quiere encubrir que un régimen democrático no solo comporta el gobierno por la mayoría del pueblo sino la adopción de un sistema de normas muy diversas que van desde el modo de hacer la propaganda política al respeto de unos tiempos y unos modelos o formas bastante rígidos de los actos electorales.
Batasuna o sus herederos ideológicos se han regido por unas normas de funcionamiento interno que arrancan de su fundación en 1978 y que tienen como característica un fuerte componente asambleario de los distintos grupos que conforman la coalición y la fuerte corresponsabilidad de su Mesa directiva, lo que diluye los liderazgos. Su recepción del marxismo leninismo como ideología no pasa de ser una etiqueta que le sirve para ocupar junto el independentismo, un espacio electoral difícilmente disputable, aunque también difícilmente ampliable. Sin embargo, ha sido Otegi la cabeza visible y el portavoz ordinario de la organización que viene siendo considerada el brazo político de ETA. Arnaldo Otegi ha sido quien ha trasladado consignas, recomendaciones y también veladas amenazas. Y también, hay que decirlo, el que expresó en Anoeta unas bases que fueron interpretadas como un cambio en profundidad de la orientación de los abertzales de izquierda para abrir alguna solución al problema vasco y a la violencia etarra.
Pero lo que no puede entenderse es que aprovechando esa posición de fuerza o influencia se pretenda dirigir el proceso de paz y el calendario para constituir una mesa de partidos vascos que acuerden las líneas básicas del futuro Estatuto atribuyéndose el derecho de autodeterminación y marcando los pasos del procedimiento. El País Vasco nunca ha sido independiente y su sujeción a la Corona de Castilla es un hecho histórico irrefutable. Por otra parte en el pueblo vasco concurren muy distintas actitudes sobre su estatus político. Sobre esta doble constatación, es irrebatible la sujeción a los procedimientos y límites establecidos en la Constitución para la reforma de los Estatutos que también comprende al de Gernika que fue aprobado en su día y al que nadie ha negado legitimidad. La democracia tiene unas reglas permanentes y su marco de funcionamiento no puede transgredirse, ni se puede poner plazos perentorios a un problema que dura décadas y de cuya resolución se derivaría una nueva etapa de convivencia pacífica y progreso en Euzkadi y de tranquilidad en España. Sin excepciones, todos han considerado que estamos ante un proceso largo y complejo que puede durar varios años. No se entienden, por tanto ni las prisas ni los atajos ni las interpretaciones simplistas de los procedimientos democráticos. Un objetivo tan trascendental requiere sosiego y rigor.

León Buil Giral
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