10/04/2006 - PEREZ RUBALCABA
PEREZ RUBALCABA
El nombramiento de Alfredo Perez Rubalcaba como ministro de Interior ha servido para demostrar que el presidente del Gobierno tiene no solo muy precisas sus ideas políticas, sino también muy ponderados los medios para desarrollarlas con éxito, lo que provoca la desesperación de sus enemigos políticos y mediáticos que han tenido ocasión durante esta última semana de rasgar sus vestiduras con tanto ahínco que han dejado a la intemperie sus partes corpóreas más comprometidas. Y todo porque la remodelación del Gobierno, bien sopesada y discreta, ha constituido un núcleo de personas con un alto rango de poder y una singular valía y afinidad, lo que llevará a un probable éxito de los grandes objetivos políticos de Rodríguez Zapatero. Y si se llegara a la disolución de ETA y el modelo territorial en desarrollo funcionara sin romper nuestra España ¿Qué munición tendrían los Acebes y Astarloas, o los Jiménez Losantos y Pedo Jotas para atacar al Gobierno? ¿ Qué podría hacer Rajoy, que ha tratado de imponer desde la oposición no solo la política gubernamental sino, al parecer, también las personas que deben ocupar los ministerios?
Desafortunadamente para todos, para mi también, el partido popular no ha podido liberarse del síndrome de abstinencia del poder y asumir con normalidad su papel como oposición. Espoleado por los resabios del aznarismo y un cierto rencor que rezuma en muchas actuaciones, el partido de Rajoy ha hecho de la ofensiva contra Rodríguez Zapatero su estrategia básica, acaso por subestimarlo y considerar que podría ser un objetivo sencillo a batir. La discreción y buen juicio acreditados por la vicepresidenta primera y por Solbes, y el tacto de que han usado la mayoría de los miembros del gabinete -con las excepciones consabidas- han hecho o difícil o inútil atacar a otros miembros del gobierno. Y ahora, además de conjeturar el éxito gubernamental en las cuestiones más trascendentes del país, el presidente refuerza su gabinete con una de las personas más inteligentes que circulan por la política, algo que quienes tenemos el vicio de analizar la política, al margen de filias y fobias, sabíamos desde hace muchos años, cuando secundó a Maravall en sus reformas.
El nuevo ministro del Interior ha sido una persona que ha hecho de la negociación su arma política más reconocida y valorada, pero también se aprecian sus dotes de comunicador con un alto grado de credibilidad entre los adeptos de su formación política y ciudadanos indefinidos: tanta como escepticismo entre sus detractores. Pero como previa a estas dos condiciones reúne otra cualidad menos manifiesta y de más alcance: su capacidad para profundizar en los pensamientos y deseos de sus interlocutores. Y estas ideas ya las había manifestado por escrito, hace once años. No son consecuencia de su nueva y grave responsabilidad.
En esta alta valoración reside la explicación de la andanada de descalificaciones y hasta calumnias veladas con las que le han obsequiado desde el partido popular a cargo de un Acebes que debería haber cerrado su boca a partir del 14-M o un Rajoy que ha bordeado con sus comentarios el Código Penal. Da lástima comprobar que el líder del partido popular es rehén del sector más reaccionario y montaraz de su partido, sin atender las preferencias de una mayoría de militantes y electores por una oposición enérgica pero más centrada y respetuosa. En la línea actual el partido popular tiene de centrista lo que Carod tiene de monárquico. Una prueba más nos ha llegado estos días con la remodelación del Gobierno.
León Buil Giral