León Buil

07/06/2006 - RAJOY VENCIDO POR LOS SUYOS

Después de muchos millares de artículos publicados desde mediada la década de los sesenta hasta hoy mismo sin recurrir a adjetivos despreciativos de cualquier persona por sus actividades políticas, hoy se presenta al comentarista un dilema profundo: o no comenta un asunto de plena actualidad política o tiene que hacerlo calificando muy duramente unas expresiones que en ningún otro país de Europa serían toleradas ni en el ámbito político ni en el judicial. Cualquiera adivinará que me refiero a las que profirió Acebes, al identificar el plan de Rodríguez Zapatero con el de ETA, marcando el terreno de juego en el que debe desarrollarse el proceso de paz a todos los dirigentes populares , entre ellos a Rajoy, demasiado templado, demasiado condescendiente, demasiado educado. Caben pocas dudas que detrás de la posición del secretario general del partido está la orden de Aznar, porque de otro modo no se entendería la absoluta sumisión a las pautas marcadas. Este es un capítulo más en el iter que se marcó la cúpula del partido popular desde el 11-M, azuzada desde su caldo de cultivo mediático, para conducir a la sociedad española hasta el paroxismo aunque revienten las instituciones y nos encontremos con una situación de anarquía y confusión. Y para conseguirlo vale el juego sucio, el sabotaje, las interferencias y cualquier otro medio que no solo debilite al gobierno sino que refuerce la carga ideológica de la derecha como medio de fidelizar a su electorado.
Barridos los últimos restos de moderación y centrismo, como es bien evidente por el silencio de los escasos representantes en los órganos nacionales, el partido popular ha optado definitivamente por ocupar exclusivamente la derecha política con sus adherencias confesionales y una importante fracción del mundo económico nada partidario de la reforma estatutaria en curso. En realidad ha sido bastante fácil conjugar estos componentes al propósito común de echar a los socialistas del gobierno: a la derecha política conservadora se le ha ofrecido el discurso antiterrorista con su exigencia inasumible de rendición incondicional de los etarras y proscripción de su rama política; a los sectores más extremistas de inspiración católica se les ha brindado unas reformas en educación y derechos civiles que han subvertido una parte del sistema de valores que venía defendiendo una buena parte del clero -no todo-; y a los sectores empresariales menos evolucionados del actual momento económico, se les ha advertido del riesgo que corre la unidad del mercado y las trabas que supone el modelo territorial y todos ellos han convenido en cooperar con el proyecto de los populares.
Todo esto ya había quedado bien atado, pero aún quedaban obstáculos en el propio partido, especialmente su presidente Rajoy que, pese a estar azuzado constantemente por la guardia pretoriana que le había impuesto Aznar, no acababa de encontrarse cómodo en esta situación impuesta. Dispersas y neutralizadas las personas moderadas del partido, que son muchas y valiosas, se ha ido a por la cabeza en una operación que difícilmente tiene retorno como es la retirada del apoyo al gobierno en su proceso de paz en Euzkadi.
Es comprensible que en esta decisión haya pesado el gran impacto popular que tendría una solución aceptable del problema vasco, siempre subordinado al fin de la violencia etarra, que reforzaría la probabilidad de que Rodríguez Zapatero alcanzara un segundo mandato como jefe del ejecutivo. Pero no ha sido solo esto: la contienda entre moderados y extremistas en el partido popular que ya tiene un largo curso se ha inclinado quizá definitivamente a favor de estos últimos. Rajoy ha sido vencido por los suyos. Malo para la organización y malo para España.

León Buil Giral