02/04/2008 - SE HABLARA DE SORAYA: Y MUCHO
Aunque se barruntaba desde días antes que sería la designada/elegida como portavoz del grupo popular en el Congreso, la confirmación de la elección de Soraya Saenz de Santamaría ha producido más de un sarpullido en los rincones misóginos y en los baluartes esperanzistas y aznaristas del partido popular. Porque, con independencia de la naciente ofensiva mediática de quienes preconizaban a la presidenta de la Comunidad de Madrid para tomar el relevo de un Mariano Rajoy que consideran agotado y sin madera de lider, son muchos los personajes del partido conservador que critican el nombramiento de una persona que entienden inmadura, poco curtida en política y sin aptitudes para dirigir la política en el parlamento. Ya se sabe: elegir supone preterir o desechar. Y si ocurre como en el caso presente que del equipo de la elegida se ha barrido todo vestigio de la era de Zaplana, es imaginable la reacción negativa de los muchos diputados y dirigentes del partido popular alineados con el estilo bronco e insultante del ex -portavoz..
La nueva portavoz del Grupo Popular ha acreditado en su etapa política que posee una considerable preparación no solo jurídica, atribuible por el solo hecho de pertenecer al Cuerpo al que pertenece, sino también política en el mejor sentido de la palabra. Su intervención en la elaboración de varios Estatutos de Autonomía que se cerraron por unanimidad, después de una tramitación laboriosa marcada por las pretensiones de emulación de algunos preceptos desatinados del Estatut catalán, dejó la impronta de su capacidad de discernimiento y diálogo. Otro tanto cabe decir de sus intervenciones en las líneas de política municipal y su participación en el programa marco de las elecciones del año pasado. Y en la legislatura pasada, dio pruebas de su buen hacer como diputada, y así se lo reconoció la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Esos son sus valores, pero los desafíos a los que se enfrenta son pavorosos.
En primer lugar asume su cargo en una situación extraña del partido popular que, habiendo conseguido un importante número de votos en las últimas elecciones, ha alcanzado el límite posible de adhesiones a su política de confrontación total frente al partido del actual gobierno. Cualquier analista político aconsejaría que se recuperase al electorado centrista, lo que implica cambios importantes en la política parlamentaria que la nueva Portavoz debe marcar y controlar. Pero no solo es esto: Hasta la celebración del Congreso del partido, para el que Rajoy ya se ha propuesto acertadamente como candidato a la presidencia, se abre un período de provisionalidad en los órganos del partido, con demasiados pretendientes a ocupar cargos de responsabilidad, lo que genera inestabilidad y reticencias. Y más aún: Qué hacer con toda la legión de personajes de peso, los Costa, Pizarro, Cañete, Acebes, Astarloa, Elorriaga, Montoro...Algunos de ellos encontrarán acomodo en las mesas de las Comisiones, pero no hay puestos para todos.
Con este escenario, en el que los protagonistas serán Rajoy, la persona hoy sin nombre que asumirá la Secretaría General, y Soraya Sáenz de Santamaría, la dirección del Grupo Popular se va a convertir en el centro de gravedad de la política del partido popular. No lo va a tener fácil la nueva portavoz, pero en su éxito reside en gran medida el futuro de su partido.